Establecer metas para fomentar el desarrollo del autoestima
El ser humano adora los resultados, en especial cuando le benefician. Es natural que cada 31 de diciembre o primero de enero se realice una lista valorando las metas conseguidas u objetivos abandonados. Cada año se mantiene la esperanza de superarse. Buscan nuevos logros; a fin de sentirse satisfechos con su desempeño y admirar el umbral a resultados extraordinarios pasados los 12 meses
Al escribir los propósitos de año se debe comprender qué emociones se quieren sentir, cuáles son las cosas que se quieren lograr, qué manera es óptima para cuidar del cuerpo, planes para vanagloriarse a nivel profesional, como padre o madre. Para organizar de forma efectiva hay que leer y atender a los consejos que brindan sitios, libros, vídeos u otro medio, respecto al desarrollo de planes para objetivos a corto y mediano plazo.
¿Cuál es la percepción fundamental para desarrollar metas?
Cada persona que desee afrontar nuevas situaciones tiene que tener una mente de aprendiz. La actitud positiva hacia la vida y los problemas son influenciados en gran manera por la forma en que se responden a ellos. Si no se conocen los modos evadir o solucionar un respectivo problema, surgirá estrés y ansiedad. La perfección no existe en el mundo.
Para la dicha del ser humano, que, al ser imperfecto, es capaz de hallar distintos medios para mejorar y lograr sus cometidos. Respetarse y valorarse se consideran los fundamentos claves para llegar a superar todo obstáculo. El individuo que se ama se levanta de la cama a las 6 de la mañana sin inconveniente, hace ejercicio y no coloca excusa, ve menos televisión y trabaja por sus objetivos, por ejemplo.

Muchos dicen: “Este año será mejor”. Pero no hacen nada para hacerlo realidad. Marcar una visión positiva también es actuar, tomar iniciativa. Imaginarse adquiriendo los resultados esperados tras el esfuerzo exigido.
La mayoría de las personas tienen como costumbre marcarse los siguientes objetivos:
- Perder kilos con un rígido entrenamiento de gimnasio. Bajar todas las calorías consumidas en el mes de diciembre.
- Dejar de fumar. Mejorar mi salud es sustancial para este nuevo año.
- Comprender el inglés en su totalidad. Las oportunidades de trabajo serán mejores.
- Ganar más dinero. Conseguir un ascenso, buscar un trabajo que pague más, trabajar en dos empleos, o comenzar mi propio negocio.
- Mantener una rutina en la mañana para elevar mi energía y rendir hasta el anochecer.
- Controlar mis emociones para evitar gritar a los niños cuando no acatan ordenes o desordenan.
- Tomar más tiempo libre para convivir con mi familia.
- Leer un libro cada dos semanas.
- Aprender iniciativa para no dejar en última instancia asuntos sustanciales o complicados.
- Formarme mejor que el anterior año, trabajar más duro y conseguir subir de puesto.
Se repiten año tras año sin observar un avance, por el simple hecho de no saber diferenciar entre un vago anhelo a la realización. El deseo se trata de esperar que algo ocurra. Lejos de la zona de influencia del individuo. Un objetivo se rige por acciones para alcanzarlo. Nadie, más que la propia persona es capaz de hacerlo realidad. A fin de mantener el entusiasmo hasta los siguientes meses, no se debe exagerar.
Tienen que ser alcanzables, concretos y realistas. Por lo general se crea una lista con pequeños pasos, las fortalezas y debilidades de su objetivo. A raíz de esto, el pensamiento positivo es crucial para superar cualquier obstáculo, pero los resultados surgen al desempeñarse.
¿Cómo hacer realidad las planificaciones?
Expresarse de manera positiva: Compartir aquello que se desea conseguir y no perder. Si se escribe de forma negativa la concentración va a disminuir. Se considera más eficaz ver “qué quiero conseguir” a “me quiero alejar”. La mente es el arma más poderosa para hacer los sueños realidad. Visualizar el deseo cumplido genera emoción y dedicación en el usuario.
Ser lo más concreto posible: Cuando el hombre conoce el qué, cuándo y dónde solo su voluntad es capaz de interponerse para lograr su cometido. Especificar radica un impulso para la obtención de un hábito. “Comprender inglés antes del 20.” es diferente a “estudiar inglés todos los fines de semana durante dos horas”.
Objetivos claros y sencillos: Al definir parámetros y cantidades resulta más sencillo determinar en qué grado se puede alcanzar, el nivel de esfuerzo que se debe emplear y el tiempo. “Leer más tiempo” es un deseo vago, carece de una anatomía. “Leer 20 minutos antes de dormir, todos los días”, por el contrario, es más claro.
Nunca salirse del rango de influencia: Para mantener un ritmo establecido, la persona debe tomar completa responsabilidad sobre la situación. Al tratarse de objetivos como paraje, familia o amigos, por ejemplo, el control sobre la meta se divide diversas partes. “Viajar a Tokio con mis amigos” se vuelve más complicado que “ir a España en mi cumpleaños”.
Pequeños pasos para un gran fin: Los objetivos, de forma general, son admirados como montañas. Colosales y poderosas. Sólo se puede superar con un esfuerzo sobrenatural; muy pocas personas son capaces de alcanzar este estrecho.

Pero al visualizarlas como escaleras, los peldaños van facilitando el camino para el éxito. “Esta semana consumiré cinco comidas basura, la próxima semana me mantendré en tres...” o “este mes me leeré un libro, el siguiente dos”, por ejemplo.
La planificación es un aspecto fundamental para la consecución de las metas. Se puede ver el progreso, amenazas y fortalezas del proyecto, nivel de esfuerzo de las partes, etc. Esto acrecentará la motivación y confianza para lograrlo.
El control que se obtiene de los días, horas y minutos dedicados a la meta otorga una mayor visión sobre el panorama. También influye la disciplina. Un plan sin acción es inútil; se precisa de una fuente de entusiasmo que impulse al individuo a seguirlo todos los días sin importar qué suceda.
Dejar los sueños a mano de fuerzas ajenas es el peor error que comente el ser humano. Para hacer algo realidad debe actuar por sobre todas las cosas. No depender de nada y nadie.
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